La salud de las personas se ve influenciada por variedad de factores, entre ellos encontramos la actividad física junto con la dieta y el sueño.

En este post vamos a hablar de la influencia entre patrones de sueño anómalos y obesidad.

Sabemos que existen diferentes formas de dormir y que factores como la edad, el estrés, los horarios, tipo de ocio… influyen en la calidad del sueño.

La mayor parte de los estudios que relacionan el sueño con la obesidad se han centrado en valorar la duración y la calidad del mismo en relación con el aumento de peso.

Dormir menos de 7-8h se asocia con un mayor porcentaje de grasa corporal y ganancia de peso a lo largo de los años.

Se ha comprobado una asociación entre la reducción de las horas de sueño y una mayor ingesta energética, principalmente de grasas.

También la calidad del sueño es importante. Interrupciones del sueño por apnea, estrés, ansiedad o excitación se han relacionado con la obesidad y alteraciones metabólicas.

Los que se acuestan pasada la media noche, además de dormir menos, tienden a consumir más calorías y presentan un IMC más elevado.

tenedor sueño

En las últimas décadas, la población en general pero sobre todo la infantil ha reducido considerablemente las horas de sueño.

En un estudio reciente realizado en más de 3000 niños de entre 5-15 años se encontró que los que dormían menos de 9h comparado con los que dormían más de 10h, presentaban un riesgo de obesidad 2,23 veces mayor en hombres y 1,97 en mujeres.

La deprivación del sueño produce cambios en las hormonas que regulan el mecanismo de hambre y saciedad.

Acortar las horas de sueño  reduce los niveles de leptina, la tolerancia a la glucosa y la sensibilidad a la insulina e incrementa la ghrelina, el hambre y el apetito.

La leptina tiende a suprimir el apetito y la ghrelina provoca sensación de hambre, y al estar aumentada en personas que duermen poco, promueve más la ingesta.

En conclusión: «dormir poco, acostarse tarde y no cuidar la calidad del sueño promueve alteraciones en la concentración, en el carácter, en el rendimiento, engorda y deteriora la calidad de vida».